martes, 5 de enero de 2016

El honor de ser mujer



“¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.”
(1 Corintios 6:19-NVI)

Somos señaladas por superficiales y vacías al ser vanidosas y de alguna manera preocuparnos un poco más de la cuenta por nuestro arreglo y cuidado personal.

Nada más lejano de la realidad, si tenemos en cuenta que como princesas e hijas del Todopoderoso hemos sido llamadas a lograr el equilibrio perfecto entre la belleza interior caracterizada por el valor, la firmeza y el temor a Dios, y lo externo reflejado en los hábitos saludables que nos llevan a cuidar el templo del Espíritu Santo, tal como lo indica el Padre celestial en su palabra.
El mejor ejemplo para todas las que deseamos que nuestra feminidad no sea juzgada por la doble moral de una sociedad que se cree con el derecho de destruir tu imagen de acuerdo a su propio criterio, sin darse la oportunidad de conocernos bien, es la Reina Esther, quien nos enseña a través de su historia, que para ser verdaderamente hermosas debemos seguir las siguientes instrucciones:
  1. Ser obedientes, para recibir grandes bendiciones: “Si realmente escuchas al Señor tu Dios, y cumples fielmente todos estos mandamientos que hoy te ordeno, el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra” (Deuteronomio 28:1 NVI).
La reina Esther escuchaba atentamente la instrucción de su guía y líder espiritual, su tío Mardoqueo. Con la práctica de los principios bíblicos del amor por el prójimo, el respeto y la fidelidad a los preceptos divinos revelados en el plan que Dios tiene para cada una de nosotras, marcamos la diferencia, haciéndonos mujeres únicas e irremplazables, dignas de la admiración de cualquier hombre.
  1. Ser cuidadosas con nuestra apariencia personal: “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.” (Romanos 12:1 NVI) Dice la Biblia, que la Reina Esther era una mujer bella, de buen parecer y linda figura. Relata que para poder presentarse ante el Rey, tuvo que someterse a 12 meses de tratamiento de belleza, con aceite de mirra, perfumes y cosméticos. Se preparó con alimentos especiales, atavíos y lindos accesorios, sin embargo, es importante resaltar que su principal corona era su pureza, dulzura e integridad, lo que la hacía una mujer realmente bella ante los ojos de Dios y de los hombres.
  1. Ser Tiernas, sensibles y generosas: “Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.” (Lucas 6:38 NVI). La reina se sintió muy triste al ver que su tío y los judíos no se encontraban bien. No lo pensó dos veces y colocando su propia vida en peligro, se dispuso a dar lo mejor de sí para rescatarlos. No ser indiferente al dolor de otras personas es la cualidad de una mujer valiente y decidida a mejorar lo malo del mundo, es dejar una huella positiva, un aroma especial y agradable al Señor.

  1. Ser inteligentes espiritualmente hablando: “Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas; más bien, guarda en tu corazón mis mandamientos. Porque prolongarán tu vida muchos años y te traerán prosperidad.” (Proverbios 3:1 – 2 NVI). Eres espiritual cuando tienes en cuenta a Dios en cada una de tus decisiones de vida por más pequeñas que éstas sean. Al consultar con Él cada movimiento en favor de quienes te rodean, dejando atrás el egoísmo y el orgullo, reflejarás una paz sobrenatural que actuará como un magneto especial, que hará de ti una persona con la que todos quisieran compartir. Esther logró el respaldo de Dios, al poner sus planes en sus manos poderosas a través de la oración y el ayuno.
5. Ser alegres y amorosas: Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos (Proverbios 17:22 NVI). La amargura, la tristeza y el desánimo, opacan tu belleza. No hay nada que hermosee más el rostro de una mujer, que su sonrisa y buen ánimo. Cuando eres optimista frente a tus dificultades, cuando evitas la queja, cuando sonríes aun si tu alma esté resquebrajada por el dolor y eres agradecida con Dios, serás iluminada con una luz maravillosa que te hará ver aún más linda de lo que ya eres.
Ten presente que eres una princesa. Tu papá es Dios, nada más ni nada menos que el creador del mundo, de TODO lo que ves y puedes sentir en estos momentos. Eres una obra de arte valiosa para Él. Te creó con un  propósito, confía en ti y espera brillar en tu vida.
Confía en sus promesas, valórate cada día más y cuando te mires al espejo, jamás dudes que lo que allí se refleja, es el corazón de una mujer hermosa, capaz de conquistar el mundo entero con su carisma, bondad e inteligencia.
Bendiciones a granel para ti,

“Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios.”
(1 Pedro 3:3-4 NVI)
Escrito por Lilo de Sierra para www.conectadosconcristo.com