Hay días, en los que mi coraza no es
tan fuerte, viejas grietas duelen, por circunstancias específicas y puntuales
de mi presente, pareciera que es la voluntad de Dios, caminar por desiertos ya
conocidos o enfrentar pruebas ya vividas.
Son 11 años de tristezas, alegrías,
metas cumplidas, sueños que se quedaron en el camino, otros que se hicieron
realidad, caídas y duros golpes, bien me dijo el señor, que no iba a ser
fácil y que voy a atravesar por diversas pruebas en las
que va a probar mi fe para producir constancia en mi corazón, para que al
final su obra brille, sirva de faro y cumpla su hermoso propósito, haciendo de
mí una mujer íntegra y perfecta delante de Él (Santiago 1:2-18).
Existen momentos en
los que me siento sin fuerzas, incapaz de seguir hacia adelante, mi visión se
ve nublada y no veo con claridad las maravillas de Dios en mí, tengo dudas, me
siento confundida o simplemente sin esperanza de ver cambios radicales, pero es
en medio de todas éstas mentiras, que mi Dios me recuerda que soy su hija, que me rescató hace 11 años y lo hará las veces que sea necesario, que soy
su niña consentida y que absolutamente nada me separará de su amor (Romanos
8:35). Es medio de éste mar embravecido, que me deja ver, que Él, tiene el poder de calmar las aguas y el viento amenazante, en medio de los
problemas, los sufrimientos, las dificultades, el hambre,el frío, los peligros
y la muerte, porque aún en la muerte, Él estará ahí.
Debo confesar, que mi
momento más esperado, es el día en que pueda estar frente a Jesús, que Él me
vea, me sonría y me de un caluroso abrazo de bienvenida...sueño con eso....pero
debo trabajar duro aquí en la tierra, para que se haga realidad, me inquieta
dejar una huella poderosa en el alma de muchas personas que hoy necesitan una
mano amiga, una palabra de aliento, ayuda incondicional o un consejo sabio y oportuno.
Poco a poco he ido entendiendo, que no se trata de mí, que la carrera absurda
de la que habla Eclesiastés, es absurda, solo si decido no escuchar la voz de mi
llamado, que mis tesoros no son las cosas materiales que hoy acumulo, sino lo
que es verdaderamente valioso para un Dios de amor que espera que dé lo mejor
de mí. También entiendo, que el buscar la aceptación del mundo, solo me aleja
de aquel que me brinda amor, sin condiciones.
Algo tengo claro, no
puedo seguir ignorando la necesidad de hacer metanoia de nuevo, decido ser
feliz, mejorar, perdonar, sonreír, no negar mi realidad sino enfrentarla con la
mejor actitud, sé que lo puedo lograr, porque “Para el que cree, todo es posible.” (Marcos 9:23).
Buscaba un amor y lo
encontré en el fondo de mi corazón, Jesús vive en mí y yo en Él, y como sé que
está ahí, ni la amargura, la decepción, el desamor o los sentimientos de tristeza, podrán sembrar su raíz, lo creo, lo vivo, lo afirmo, lo siento y lo declaro.
Es momento de reorganizar mis prioridades, fortalecer mi relación personal con
mi Padre Celestial y permitirle actuar en mi, para ser transformada en
instrumento de amor y reconciliación.
Todo va a estar bien,
todo tiene un propósito, solo debo permitir que el amor de Dios obre en mí y me
perfeccione según su voluntad. No me rindo, porque si en medio de mis fallas Él cree
en mí, lo mínimo que debo hacer, es retribuirle su dedicación, su tiempo, su
protección, su provisión y su fidelidad, expresándole que lo amo, con mi perseverancia
logrando ser mejor mañana de lo que fui hoy.