sábado, 16 de mayo de 2015

Grandeza en medio de la rudeza

Hay días, en los que mi coraza no es tan fuerte, viejas grietas duelen, por circunstancias específicas y puntuales de mi presente, pareciera que es la voluntad de Dios, caminar por desiertos ya conocidos o enfrentar pruebas ya vividas. 

Son 11 años de tristezas, alegrías, metas cumplidas, sueños que se quedaron en el camino, otros que se hicieron realidad, caídas y duros golpes, bien me dijo el señor, que no iba a ser fácil y que voy a atravesar por diversas pruebas en las que va a probar mi fe para producir constancia en mi corazón, para que al final su obra brille, sirva de faro y cumpla su hermoso propósito, haciendo de mí una mujer íntegra y perfecta delante de Él (Santiago 1:2-18).

Existen momentos en los que me siento sin fuerzas, incapaz de seguir hacia adelante, mi visión se ve nublada y no veo con claridad las maravillas de Dios en mí, tengo dudas, me siento confundida o simplemente sin esperanza de ver cambios radicales, pero es en medio de todas éstas mentiras, que mi Dios me recuerda que soy su hija, que me rescató hace 11 años y lo hará las veces que sea necesario, que soy su niña consentida y que absolutamente nada me separará de su amor (Romanos 8:35). Es medio de éste mar embravecido, que me deja ver, que Él, tiene el poder de calmar las aguas y el viento amenazante, en medio de los problemas, los sufrimientos, las dificultades, el hambre,el frío, los peligros y la muerte, porque aún en la muerte, Él estará ahí.

Debo confesar, que mi momento más esperado, es el día en que pueda estar frente a Jesús, que Él me vea, me sonría y me de un caluroso abrazo de bienvenida...sueño con eso....pero debo trabajar duro aquí en la tierra, para que se haga realidad, me inquieta dejar una huella poderosa en el alma de muchas personas que hoy necesitan una mano amiga, una palabra de aliento, ayuda incondicional o un consejo sabio y oportuno. Poco a poco he ido entendiendo, que no se trata de mí, que la carrera absurda de la que habla Eclesiastés, es absurda, solo si decido no escuchar la voz de mi llamado, que mis tesoros no son las cosas materiales que hoy acumulo, sino lo que es verdaderamente valioso para un Dios de amor que espera que dé lo mejor de mí. También entiendo, que el buscar la aceptación del mundo, solo me aleja de aquel que me brinda amor, sin condiciones.

Algo tengo claro, no puedo seguir ignorando la necesidad de hacer metanoia de nuevo, decido ser feliz, mejorar, perdonar, sonreír, no negar mi realidad sino enfrentarla con la mejor actitud, sé que lo puedo lograr, porque “Para el que cree, todo es posible.” (Marcos 9:23). 

Buscaba un amor y lo encontré en el fondo de mi corazón, Jesús vive en mí y yo en Él, y como sé que está ahí, ni la amargura, la decepción, el desamor o los sentimientos de tristeza, podrán sembrar su raíz, lo creo, lo vivo, lo afirmo, lo siento y lo declaro. 

Es momento de reorganizar mis prioridades, fortalecer mi relación personal con mi Padre Celestial y permitirle actuar en mi, para ser transformada en instrumento de amor y reconciliación.

Todo va a estar bien, todo tiene un propósito, solo debo permitir que el amor de Dios obre en mí y me perfeccione según su voluntad. No me rindo, porque si en medio de mis fallas Él cree en mí, lo mínimo que debo hacer, es retribuirle su dedicación, su tiempo, su protección, su provisión y su fidelidad, expresándole que lo amo, con mi perseverancia logrando ser mejor mañana de lo que fui hoy.









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