Escrito por Lilo de Sierra
“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”
(1 Corintios 13:4-7 NVI)
Creo que lo que está escrito en la Biblia es verdad, que fue inspirada por Dios y revelada por el Espíritu Santo. Estoy segura que lo que dice, se hará en mí y que sus promesas se cumplirán en mi vida, porque esa es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios, mi papá, mi todo, el amor de mi vida, por quien vivo, respiro, pienso y hablo, y al único al que le debo mi cambio.
Existen circunstancias que nos llevan a pensar que no somos merecedoras de recibir
ese amor incondicional del que nos habla en su Palabra. Como mujeres
sensibles y emocionales, necesitamos sentirnos protegidas, amadas en
todo momento y cuando sentimos vulnerado ese derecho natural, implantado
en nuestra alma por nuestro Creador, nos cerramos a vivir la plena
felicidad, al poner nuestras esperanzas y fijar nuestra mirada en la
dirección equivocada.
Sí, es cierto que somos intensas, ´cansonas´, ´cantaletudas´ y complicadas, características que tienden a nublar un poco la imagen
que otros tienen de quienes somos, porque a pesar de todas estas cosas,
no salimos de la nada, ni somos una casualidad en el mundo, fue Dios
mismo quien nos presentó y es Él quien nos da el valor que nos
merecemos.
“Dios el Señor hizo una mujer y se la
presentó al hombre, el cual exclamó: «Ésta sí es hueso de mis huesos y
carne de mi carne. Se llamará “mujer” porque del hombre fue
sacada.» Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy
bueno.”
(Génesis 1:31 NVI)
Si esto es cierto, ¿Por qué debemos
creer lo que el mundo dice de nosotras?, a veces nuestro enemigo, el
diablo, usa las personas más cercanas y a quienes más amamos, para
herirnos en lo más profundo de nuestra autoestima, tratando de que
sucumbamos ante la desesperación de sentirnos poco amadas, sin un rumbo
claro o con un futuro incierto.
Se hace necesario que nos paremos frente
al espejo y más que ver el reflejo de lo superficial, de lo que la
gente a tu alrededor percibe, veas quien eres en realidad, una princesa
que merece lo mejor, porque ese el plan que el Señor tiene para tu
vida. Mira directo a tus ojos y repite para ti misma, que fuiste hecha
para vencer la adversidad, para conquistar naciones, para derribar
muros, guerrera incansable, trabajadora, fuerte, digna de ser honrada,
bella por fuera, hermosa por dentro, tu corazón es una piedra preciosa,
tus logros son innumerables, tu esposo, tus hijos y quienes te rodean
son bendecidos porque jamás sentirán en otra persona la honestidad de
tus besos, tus abrazos y lo acertadas que son tus advertencias buscando
su bienestar.
¿No tienes un hombre a tu lado?, eres
soltera, casada pero infeliz, viuda, separada, tu estado civil desde
ahora y para siempre no determina tu futuro, solo debes creer que hay
alguien que te acepta como eres, que se deleita con tu presencia, al que
haces feliz cuando sonríes, quien anhela escucharte cada segundo de tu
día, porque no hay nada que disfrute más que tu compañía, honestidad y
sinceridad, Él no te señala, no te juzga, no te critica, no se considera
más que tú y aunque lo es te consuela, aconseja y protege porque te ama
de una manera incondicional.
Amiga, vales la sangre de Jesucristo.
Dió su vida por ti y por mí. Derramó hasta la última gota de sangre por
tu dignidad, por tu salvación. Dios es tu proveedor, quien te dignifica y
levanta tu cabeza. Lo que Él siente por nosotras es amor real,
paciente, bondadoso, generoso, amoroso, perdonador, nos disculpa, nos
cree y espera siempre lo mejor de sus niñas consentidas, ¿quién no
quisiera tener un hombre así a su lado?. Fortalece tu relación
personal con Él, así tus fuerzas serán acrecentadas de manera
sobrenatural y nada podrá detenerte en el cumplimiento de tus sueños.
¡Pon límites!, no más maltratos, no
lágrimas, no más de agachar la cabeza, eres valiosa, créelo. Clama al
cielo por ayuda y hará eco en los oídos del Todopoderoso, tus acciones
hablarán por ti y será Dios mismo quien te defienda y temblará todo
aquel, que se atreva a dañar a una de sus hijas.
“En mi angustia invoqué al
Señor; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor
llegó a sus oídos!. La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los
cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo!”
(Salmos 18:6-7 NVI)
Escrito para www.destellodesugloria.org