Escrito por Lilo
de Sierra
“De igual manera, ustedes esposos, sean
comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya
que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida.
Así nada estorbará las oraciones de ustedes”
(1 Pedro 3:7 NVI)
Ni
con el pétalo de una rosa, es la frase de cajón utilizada en la sociedad
actual, dizque para defender a la mujer de los hombres abusivos, que creen
tener el derecho de maltratarnos vilmente, como si fuéramos de su propiedad.
Con decirlo y promulgarlo en los medios de comunicación y redes sociales, creen
que ya cumplieron con su parte, pero ¿Qué pasa con la dignidad y el amor propio
de la mujer maltratada?.
El
maltrato sea físico, verbal, económico o psicológico, es sobrepasar la línea
delgada que hay entre cumplir los votos de amor, protección y seguridad hechos
al cielo y lanzarnos al vacío como si quisiéramos escapar de una realidad casi
aterradora que amenaza con herirnos profundamente para así finalmente escapar
sin regresar atrás.
Nos
miramos al espejo y vemos como el amor que un día nos unió muere lentamente,
vulneradas, golpeadas, con el rostro humedecido por las lágrimas que corren
lentamente por nuestras mejillas, pensamos en la ilusiones perdidas y los
sueños rotos, recuerdos vienen a nuestra mente sobre aquellos instantes en
donde significábamos todo para aquella persona que hoy no tiene reparo alguno,
en maldecirnos, en hacernos sentir su furia y frustración.
Quizás,
te tiemblen las piernas, no puedas sostenerte en pie, una tormenta de
pensamientos te impidan ver con claridad tu futuro, te sientas sola, sin
esperanza, pero tengo que decirte hoy, que no lo estás, que Dios jamás te
abandonará a tu suerte y que aunque ha permitido que sufras, llegará el momento
de tu redención, de tu exaltación y de tu recompensa. Volverás a sonreír, serás
coronada con la virtud y revestida con la fuerza y el poder de quien te dice en
Isaías 54:7 NVI: “Te abandoné por un instante, pero
con profunda compasión volveré a unirme contigo”.
Dios tiene la capacidad de hacer
que tus heridas dejen de sangrar. Siendo el dueño de TODO lo existe, ¿crees que
le quedó grande tu vida?, ¡NO¡, Él te ama, te adora, desea hasta lo más ínfimo
de su ser que seas inmensamente feliz y cuando te llenes de valor, para dar
pasos firmes hacia Él, hacer lo que te corresponde hacer al salvaguardar tu
vida y la de tus hijos si los tienes, denunciar a tu agresor y disfrutar de la
honra del Señor con tesoros que nunca antes hubieras podido poseer para que la
justicia brille sobre ti hasta los últimos días de tu vida.
"¡Mira tú, ciudad afligida, atormentada y sin
consuelo! ¡Te afirmaré con turquesas, y te cimentaré con zafiros! con rubíes
construiré tus almenas, con joyas brillantes tus puertas, y con piedras
preciosas todos tus muros. El Señor mismo instruirá a todos tus hijos, y grande
será su bienestar. Serás establecida en justicia; lejos de ti estará la opresión,
y nada tendrás que temer; el terror se apartará de ti, y no se te acercará. Si
alguien te ataca, no será de mi parte; cualquiera que te ataque caerá ante ti.”
(Isaías 54: 11 – 15 NVI)
Escrito
para www.conectadosconcristo.com
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