miércoles, 10 de febrero de 2016

Ni con el Pétalo de una Rosa


Escrito por Lilo de Sierra

De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes”
(1 Pedro 3:7 NVI)



Ni con el pétalo de una rosa, es la frase de cajón utilizada en la sociedad actual, dizque para defender a la mujer de los hombres abusivos, que creen tener el derecho de maltratarnos vilmente, como si fuéramos de su propiedad. Con decirlo y promulgarlo en los medios de comunicación y redes sociales, creen que ya cumplieron con su parte, pero ¿Qué pasa con la dignidad y el amor propio de la mujer maltratada?.

El maltrato sea físico, verbal, económico o psicológico, es sobrepasar la línea delgada que hay entre cumplir los votos de amor, protección y seguridad hechos al cielo y lanzarnos al vacío como si quisiéramos escapar de una realidad casi aterradora que amenaza con herirnos profundamente para así finalmente escapar sin regresar atrás.

Nos miramos al espejo y vemos como el amor que un día nos unió muere lentamente, vulneradas, golpeadas, con el rostro humedecido por las lágrimas que corren lentamente por nuestras mejillas, pensamos en la ilusiones perdidas y los sueños rotos, recuerdos vienen a nuestra mente sobre aquellos instantes en donde significábamos todo para aquella persona que hoy no tiene reparo alguno, en maldecirnos, en hacernos sentir su furia y frustración.

Quizás, te tiemblen las piernas, no puedas sostenerte en pie, una tormenta de pensamientos te impidan ver con claridad tu futuro, te sientas sola, sin esperanza, pero tengo que decirte hoy, que no lo estás, que Dios jamás te abandonará a tu suerte y que aunque ha permitido que sufras, llegará el momento de tu redención, de tu exaltación y de tu recompensa. Volverás a sonreír, serás coronada con la virtud y revestida con la fuerza y el poder de quien te dice en Isaías 54:7 NVI: “Te abandoné por un instante, pero con profunda compasión volveré a unirme contigo”.

Dios tiene la capacidad de hacer que tus heridas dejen de sangrar. Siendo el dueño de TODO lo existe, ¿crees que le quedó grande tu vida?, ¡NO¡, Él te ama, te adora, desea hasta lo más ínfimo de su ser que seas inmensamente feliz y cuando te llenes de valor, para dar pasos firmes hacia Él, hacer lo que te corresponde hacer al salvaguardar tu vida y la de tus hijos si los tienes, denunciar a tu agresor y disfrutar de la honra del Señor con tesoros que nunca antes hubieras podido poseer para que la justicia brille sobre ti hasta los últimos días de tu vida.

"¡Mira tú, ciudad afligida, atormentada y sin consuelo! ¡Te afirmaré con turquesas, y te cimentaré con zafiros! con rubíes construiré tus almenas, con joyas brillantes tus puertas, y con piedras preciosas todos tus muros. El Señor mismo instruirá a todos tus hijos, y grande será su bienestar. Serás establecida en justicia; lejos de ti estará la opresión, y nada tendrás que temer; el terror se apartará de ti, y no se te acercará. Si alguien te ataca, no será de mi parte; cualquiera que te ataque caerá ante ti.”
(Isaías 54: 11 – 15 NVI)



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