sábado, 27 de junio de 2015

Advertencia contra la incredulidad

Crecí con un único proyecto de vida, casarme, ser mamá y llegar a anciana, con el sueño cumplido de una familia feliz. Creía, para ese entonces, y aún lo creo, que el matrimonio es para toda la vida, un compromiso con Dios de ser mejor cada día y la aventura más extrema que vale la pena vivir, al lado del ser que amas y Dios eligió para tí.

Las cosas no salieron tan bien como esperaba, la presencia de un Dios bombero en mi vida, al que acudía, solo cuando tenía algún problema y el haber idealizado a mi esposo de ese entonces, a tal punto que mi vida giraba en torno a él, sembró semillas de tristeza y desamor que más tarde traerían fruto de amargura, queja, resentimiento y falta de perdón.

Tenemos la libertad de elegir y recibir las consecuencias de lo que elijamos. Tus decisiones y acciones, serán de bendición o maldición para tu vida, dependiendo de la motivación en tu corazón para llevarlas a cabo.

Me casé, creyendo que mi voluntad y lo que yo pensaba o sentía, estaba por encima de la enseñanza que mis padres me habían dado, en mi orden de prioridades estaba en primer lugar, aquella persona que había elegido para compartir el resto de mi vida, era absolutamente todo para mí, a tal punto, que me alejé de Dios y comencé a creer que mi motivo para respirar era él. Rezaba, más no tenía una relación personal con Dios, jamás leía la Biblia y mis días aunque en compañía, se tornaban solitarios y muy tristes.

Mi caminar hacia Cristo no ha sido fácil, cuando mi matrimonio finalmente se quebró, renegué de Él, le dije que no existía, le grité llorando, que si Él existiera, yo no debería estar sufriendo el abandono de aquella persona dueña de mi corazón. Sentí morir, el suelo que me sostenía se abrió a mis pies, no pensé en mi hija, simplemente mi derrota, me llevó a escoger la muerte física y espiritual.

Pero fue allí, en donde Jesús en vez de apartarme de su plan, me abrazó, aprendí a orar, puso personas maravillosas en mi camino que me regalaron una Biblia, jefes que lo conocían, para que en medio de los devocionales que se realizaban en la Compañía después de almuerzo, empezara a ver, a creer, a obtener respuestas y a confiar en la existencia de un Dios Todopoderoso, al que no le queda grande nada, capaz de traer alegría en medio de las circunstancias difíciles y paz en medio de la tormenta más fuerte.

Su plan era otro, mi mejor amiga, apareció en mi historia, para ser utilizada como un instrumento de Dios. A través de su testimonio, le entregué mi vida a Él y arrodillada y arrepentida lo reconocí como mi Señor y salvador. Recuerdo ese día como si fuera ayer y me embarga una emoción indescriptible, es mí antes y después, porque a partir de ese día, mi vida no fue la misma.

Dios es un papá no de una, sino infinitas oportunidades. Le doy gracias a Él, por su misericordia, por perdonarme todo aquello que en mi ignorancia hice y dije, por haber restaurado mi vida y por hacer de mí, una mujer feliz, orgullosa de su esposo y de sus hijas, lo siento conmigo en todo momento, en los buenos y en los no tan buenos, con la firme convicción de que ya no soy yo quien tiene el control y que es Él quien elige por mí.

Si la incredulidad reina hoy en tu corazón, si te levantas cada día creyendo que en tus fuerzas puedes llevar a cabo con éxito tus proyectos, si tu corazón está endurecido por las malas experiencias, si te has rebelado y no deseas escuchar o leer acerca de un Dios que anhela encontrarte, salvarte y traer paz a tu existencia, es el momento oportuno de elegir un nuevo rumbo, para que tu desierto quede en el pasado y puedas disfrutar de la tierra prometida.

Por lo cual, como dice el Espíritu Santo:

“Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones, Como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, Donde me tentaron vuestros padres; me probaron, Y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, Y dije: Siempre andan vagando en su corazón, Y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira:
No entrarán en mi reposo” (Hebreos 3:7-15 RVR1960).


Dios no fuerza la fe a quienes no quieren tenerla, pero eso no significa que no espere con ansias el momento de abrazarte, de decirte al oído que te ama, que eres importante para Él. Temer a Dios, es creer en su palabra, en sus milagros, en el poder que tiene para cambiar aquello que en nuestras fuerzas no podemos cambiar, implica un sincero arrepentimiento, una decisión, un pensar, un sentir y un actuar a la manera de Cristo….¿qué esperas? ¡Solo hazlo, no pierdas más tiempo!. 




Escrito para www.destellodesugloria.org
Por Lilo de Sierra

domingo, 14 de junio de 2015

Abrumadores sentimientos

"Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra" Lucas 22:44 (RVR1960).
Son muchas las cosas que quizás te abruman en este momento, esfuerzos fallidos de un cambio radical, sabes que nada es invisible para Dios, y que debes entregarle tus cargas, pero a veces es inmanejable, el corazón duele, la mente se nubla y tus ojos se llenan de lágrimas. En tu garganta se hace un gigante nudo que hace que las palabras de amor, de ternura o los pensamientos de entrega total hacia quienes amas, se  encripten en lo profundo de tu alma como un código secreto infranqueable.
No temas, no eres el único en la tierra que hoy se siente igual que tu; somos muchos, los que tenemos luchas, la diferencia está, en a quién es que acudes para dar solución a tus problemas.
En Lucas 22:40-45 (NVI), se nos muestra un Jesús, experimentando lo mismo:
“Cuando llegaron al lugar, les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.» Entonces se separó de ellos a una buena distancia, se arrodilló y empezó a orar: « Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi voluntad, sino la tuya.» Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como gotas de sangre que caían a tierra”.
Allí estaba Jesús, rodeado de sus amigos, sus discípulos, aquellos que lo habían acompañado durante su Ministerio en la tierra; sentía temor, tristeza, angustia, se sentía morir, su corazón latía fuertemente y la ansiedad estaba en su punto máximo, era una prueba muy grande, una situación muy difícil, más sabiendo, lo que sucedería.
 ¿Te has sentido alguna vez así?, te embargan sentimientos de derrota, de profunda tristeza, te sientes decepcionado y no sabes qué hacer o a quién acudir?; créeme, así como Jesús y como tu, también me he sentido yo.
Somos humanos y en nuestra carne, no estamos exentos a experimentar estas emociones en momentos difíciles de nuestra vida, pero cuando termines de leer éste escrito, sabrás que en Cristo hay esperanza y que la temporalidad de tus pruebas, no importa qué tipo de pruebas, grandes o pequeñas, tienen un propósito y una enseñanza en manos de Dios, y ese propósito trae dentro de sí, una recompensa eterna.
Deseo que tengas en cuenta, que no estás solo; cuando buscas a Dios en oración sincera, abriendo tu corazón con honestidad, Él envía su ángel para fortalecerte. Cuando confías en su gran poder, y a sus pies le entregas lo que te entristece hoy, reconociendo que solo Él tiene el control y que para Él todo es posible, te haces dueño de una paz sobrenatural que te permitirá mover montañas en medio de la adversidad. Cuando decides levantarte, seguro de que su voluntad, aún en medio de lo que vives y no entiendes, es buena, agradable y perfecta, al desplomarte sin fuerzas, Él será quien con su mano derecha te sostenga, para evitar que caigas.
Caminando de su mano, es la única manera en la que el temor, la incertidumbre y la zozobra desaparecerá, porque en Dios siempre hay victoria y la paz tarde o temprano vendrá a ti como paloma mensajera, para entender que el verdadero propósito de esa tormenta, es tu fe verdadera, tu constancia, y la perfección e integridad delante de Dios (Santiago1:2-18 NVI).
Existe una verdad irrefutable, Todo tiene su momento oportuno, hay un tiempo para llorar o reír, intentar o desistir, callar o hablar, amar u odiar, para la guerra y para la paz (Eclesiastés 3 NVI). No desfallezcas, coloca tu mirada en la bendición por venir, ora sin cesar, clama con fervor cada mañana y cada noche, reafirma cada promesa al leer su palabra, y pídele al Dios de los imposibles, que te de la fuerza y la sabiduría que necesitas, para apartar de ti aquello que te abruma, y tomar la decisión de dar un paso hacia adelante sin mirar atrás.
Te aseguro que todas las promesas que en su palabra Él te ha dicho, son “SI” en Cristo y que al final, la recompensa llegará, espera con paciencia y podrás ver con claridad el para qué de las cosas, serás mucho más fuerte que ayer y tu testimonio será de bendición para otras personas.
¡Llegó la hora de levantarse!, no llores más, eres importante para Dios, te ama infinitamente, prometió que jamás estarías solo, es hora de actuar, porque allí, postrado con actitud de derrota obstaculizas tu bendición.
Recuerda que cada día, es una oportunidad de triunfo, porque tu enemigo está vencido y Dios asegura tu victoria, En medio de tu prueba, El Señor quiere lo mejor para ti…
Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor —, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón.
(Jeremías 29:11-13 NVI)


viernes, 5 de junio de 2015

Oscuridad, muerte, fruto temporal y felicidad efímera…

"Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor". (Romanos 6:23)

¿En verdad crees, que tus acciones, palabras y pensamientos no impactan al mundo que te rodea?, te has preguntado alguna vez, porqué Dios parece guardar silencio frente a ciertas situaciones que te suceden o te sientes en un laberinto sin salida en el que abunda la tristeza, la desesperanza o la desesperación?.

¿Vas por la vida haciendo daño voluntaria o involuntariamente a tu prójimo, creyendo que no pasa nada y esperando ser igualmente bendecido?.

Es el momento de hacer un alto en el camino, de revaluar tu vida y tomar una decisión radical sobre lo que eres, en dónde estas y a dónde quieres llegar.

Si das una mirada a tu pasado y tu presente, es posible que visualices que has estado separado de Dios, muerto en tus propios pecados, que sigues tu propia voluntad, quizás, lees la Biblia pero no la entiendes, te congregas en una iglesia, pero es lo último que tienes escrito en tu lista de prioridades y en tu corazón albergas la imagen de un Dios bombero que debe acudir a salvarte cuando elevas una oración en medio de un intempestivo incendio que acecha tu tranquilidad, y jamás le consultas si los proyectos que hoy emprendes, son lo que verdaderamente Él quiere para ti, entonces, debes sentirte solo, desprotegido, en un laberinto sin salida o un abismo sin fondo, tu vida no avanza y tus sueños son hasta ahora eso…sueños sin cumplir.

Ni siquiera ser Cristiano es garantía, si vives un Cristianismo light, asistes los domingos a la Iglesia, pero los demás días de la semana te olvidas de tu relación personal con Jesús, dejando de lado las disciplinas espirituales de oración, lectura de la palabra y ayuno, como armas para salvaguardar tu vida y la de tu familia. No esperes ser librado fácilmente de las manos de un enemigo siempre listo para destruirte, esperando que Dios te defienda y libre dicha batalla por ti, cuando ni siquiera lo determinas en tu día a día.

Lo que verdaderamente te permitirá dar un fruto que perdure y así recibir bendiciones maravillosas, es la decisión de permanecer en Cristo, conocerlo y enamorarse de Él.

"Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí" (Juan 15:4).

Tus talentos y habilidades provienen de Él, en tus fuerzas, lo que emprendas será en vano. Traes tendencias y hábitos que te impiden acercarte a Dios, pero en realidad, cada mañana, Él anhela establecer una relación personal contigo, que descargues en Él tus preocupaciones, que confíes es su gran poder para cambiar las circunstancias de tu vida, que creas en sus promesas, de restauración para hacer de ti, una nueva criatura, que irradie su amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5:22-23)

Si abriste hoy los ojos, es porque el Señor confía plenamente en ti, es una oportunidad más, para que dejes atrás el pasado, abras la puerta de tu corazón y aceptes caminar de su mano.

"Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya ¡lo nuevo!" (2 Corintios 5:17)

Cristo te hace una oferta que no debes desaprovechar. Hoy, te animo a probarlo en medio de tus tormentas, a dar un giro de 180 grados que te permita cambiar tu estilo de vida, por uno que te permita dar fruto en todas las áreas de tu existencia. Atrévete a marcar la diferencia, a no ser uno más en el mundo, a dejar una huella positiva en quienes te rodean, cada bendición derramada, es recompensa para tu familia, son tesoros celestiales y te aleja de la oscuridad….


"Hoy pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ti, de que te he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Elige, pues, la vida, para que vivan tú y tus descendientes" (Deuteronomio 30:19)