Escrito por Lilo de Sierra
“A las ancianas, enséñales que sean
reverentes en su conducta, y no calumniadoras ni adictas al mucho vino. Deben
enseñar lo bueno y aconsejar a las jóvenes a amar a sus esposos y a sus hijos,
a ser sensatas y puras, cuidadosas del hogar, bondadosas y sumisas a sus
esposos, para que no se hable mal de la palabra de Dios”
(Tito 2:3-5 NVI)
La palabra piadosa era desconocida
para mí, hasta que vi sobre el stand de una librería, un libro de la escritora
Elizabeth George titulado “El llamado supremo de la mujer”, el cuál captó mi
atención, teniendo en cuenta que en la búsqueda que he iniciado por convertirme
en la esposa ideal y merecida por mi esposo, era necesario entender el plan de
Dios para mi vida y lograr cambiar el caos, el desorden y la falta de dominio
propio que me han caracterizado durante nuestros seis años de matrimonio.
Pero ¿Qué hace una mujer
piadosa? ¿Cómo actúa? ¿Qué hay en ella que la hace diferente a las demás?,
¿Podría yo llegar a ser una de ellas?...son las preguntas que invadían mi
mente, mientras hojeaba las 283 páginas, decidida a descubrir el llamado
supremo que el Señor nos ha hecho a cada una de nosotras…sus mujeres amadas y
consentidas.
En Isaías 54:5, Dios se
proclama nuestro esposo y un poco más adelante, padre de nuestros hijos, proveedor
y protector. Si le creyéramos, sería mucho más fácil hacer lo que como esposas
hemos sido llamadas a hacer, porque cada acción estaría dirigida a agradarle a
un Dios soberano que se preocupa por nuestro bienestar.
Lo que guardamos en nuestro
corazón, afecta nuestro comportamiento. Es inevitable reaccionar de una manera
inapropiada cuando nos han ofendido, golpeado, maltratado o abandonado; pero se
puede llevar una vida en santidad y en adoración para exaltar al único que
puede cambiar el rumbo de nuestro destino.
No podemos ser piadosas sin
moderar nuestro comportamiento. Hacer lo apropiado, adecuado y conveniente ante
los ojos de Dios, es tener claro que cuando atendemos nuestro hogar le estamos
sirviendo al Señor. Adicionalmente, debemos desarrollar ciertas disciplinas
espirituales que nos ayudarán a alcanzar nuestro propio potencial espiritual.
Los pasos a seguir para
llevar una vida en reverencia son:
- Ora: Entre más oremos, más consientes estaremos de su presencia en nuestras vidas.
- Alaba: Lee un salmo en voz alta cada día, escucha música cristiana de adoración
- Reflexiona: sobre los atributos de Dios, tus promesas, tu llamado.
- Valora: Has sido escogida por el Señor para grandes cosas. Deja de compórtate como una adolescente inmadura, arranca de ti el sarcasmo, las payasadas, las bromas, el vocabulario irreverente.
- Planea: Actuar de tal manera que otros se sientan atraídos a la adoración; que tu vida y tus elecciones le hablen a los demás del Dios de amor que gobierna tus decisiones.
Para nadie es un secreto que
queremos sentirnos amadas y apreciadas. Dejar ese estado de invisibilidad en el
que muchas veces nos encontramos, pero puedo asegurarte que brillar es mucho
más fácil, si tenemos a Jesús en nuestro corazón, y al reflejarlo, nadie podrá resistirse
al encanto que caracteriza a una mujer piadosa, regida por el poder de Dios.
Éste reto no es fácil,
tendremos que dejar atrás hábitos de nuestra personalidad que no son tan
agradables como pensamos; creencias como aquella que a diario nos
repetimos ‘así somos y así nos tienen
que aguantar’ o el famoso ‘si no le gusta pues que se consiga otra’; porque si
en realidad lo amas, quieres ser feliz y deseas ser una mujer virtuosa, deberás
actuar para llegar a ser una nueva persona esforzada, valiente, y decidida a
ser tu mejor versión.
De la mano de tu hacedor
puedes hacer ese cambio de look espiritual que tanto necesitas, Él no te
fallará, te respalda y apoya en tus intenciones y verás resultados positivos
rápidamente, además no estás sola, como tú, lo intentará también ésta servidora
y muchas mujeres alrededor del mundo que anhelan alcanzar su realización
personal y profesional; basadas en lo real, lo verdadero y lo perdurable, la
belleza que emana de nuestro interior, en donde está Cristo.
“Su belleza sea más bien la incorruptible,
la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y
apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios”.
(1 Pedro 3:4 NVI)