Escrito
por Lilo de Sierra
“Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios”.
(1 Corintios 6:18-19 NVI)
Fue criada en el seno de una
familia con radicales principios católicos, en una época en la que los padres
se negaban a hablar de sexo con sus hijos; no se sabe si por ignorancia, por
pena, porque era considerado un tabú o porque simplemente no se sentían
capacitados para hacerlo. Escuchó reiterativamente de ellos, que debía llegar
virgen al matrimonio y que esperaban que no llegara a su casa con una barriga a
cuestas; sabía que querían lo mejor para ella, que deseaban que tuviera un
futuro exitoso y que no se amarrara a una maternidad temprana que impidiera el
cumplimiento de sus sueños.
Para ese entonces, no entendía
la importancia de guardarse para el hombre que Dios tenía para ella; es más,
creía en Él pero no hacía parte fundamental de su vida; Él estaba allí pero no
le interesaba conocerlo, leer la Biblia o entender el porqué de tantas
prohibiciones sin argumentos y conocimiento al respecto. No culpa a sus padres
por los errores cometidos, confrontar su realidad con los preceptos del Señor
era su responsabilidad, no existía una edad específica para eso, era su deber…y
no lo cumplió.
Su novio era su mejor amigo,
llevaban cerca de 7 años de noviazgo y desde el inicio de su relación, tenían
todo planeado; estudiarían una carrera, se graduarían, se casarían, tendrían
hijos y vivirían felices hasta que uno de los dos fuera llamado a la presencia
del Señor. Pero ese ideal fue cambiando con el pasar del tiempo. Comenzó su
vida sexual activa a los 23 años… ¡SÍ!, sus padres hicieron un gran trabajo, no
fue tan pronto como lo hacen los jóvenes de hoy en día. Su primera vez fue maravillosa,
era el hombre perfecto, en un sitio ideal y fue realmente especial, pero olvidó
un pequeño detalle…no estaban casados y con el total conocimiento de las
consecuencias de tener relaciones sin cuidarse como es debido, quedó
embarazada…
Lo especial del momento se
convirtió en caos, temor, tristeza, decepción y una boda precipitada rodeada de
mentiras para esconder ese bebecito que crecía en su interior y que desde el
momento cero, se convertiría en la mejor decisión de su vida. Fueron 7 años y
medio en donde poco a poco, el ideal de la familia soñada se fue desvaneciendo;
el amor que los unió, se fue distorsionando por el halo del adulterio que nunca
los dejó en paz y como un fantasma fue helando su relación hasta el divorcio…
No obstante, el Señor hizo
milagros. Oró y clamó por un hombre que la amara, la respetara y cuidara de su
hijo como si fuera suyo; conoció a Jorge y su historia cambió.
Es su amor, un hombre
maravilloso, la hace feliz y la acepta como es. No es perfecto tiene defectos
que Dios le ha ayudado a comprender y cuando se ha equivocado, el Señor le ha
mostrado que es ella la que más debe esforzarse por cambiar con la firme intención
de sembrar en el corazón de su esposo la idea de no tirar la toalla y
perseverar día a día por llegar a ser, no la familia que algún día soñaron,
sino la que DIOS quiere que formen para darle la gloria a Él delante de sus
hijos y los hijos de sus hijos.
Han sido 14 años desde que
recibió a Cristo y declaró que era el salvador y dueño de su vida. Lleva 8 años
con Jorge y les falta mucho por mejorar. Su relación no comenzó tan bien como
todo el mundo cree, conociendo de Dios se unió a él en yugo desigual (era
católico y ella cristiana), él tenía su novia y ella se metió en medio de esa
relación con total conocimiento de causa y aunque nunca intentó hacerle daño a
esa muchacha, ni quiso amarrarlo, quedó atada emocionalmente desde su primer
encuentro íntimo. Fue como volver a tener una primera vez, los mismos nervios,
el mismo vacío y la misma incertidumbre, lo único nuevo, saber que le estaba
fallando a Dios una vez más…ya no había justificación alguna para eso.
Cuando fornicamos nos exponemos
gratuitamente a romper nuestra relación con el Señor y con nuestra pareja; los
problemas en la convivencia serán constantes porque iniciaron contrariando la
voluntad de Dios; podría llegarse a presentar impotencia en el hombre o
frigidez en la mujer al momento de tener relaciones sexuales; el vínculo
matrimonial estará expuesto a una ruptura inminente a causa de la infidelidad,
la falta de confianza, los celos y la inseguridad; con una alta probabilidad de
enfrentarse a un embarazo no deseado, maltrato intrafamiliar, apatía y/o
enfermedades venéreas, entre otras cosas.
El verdadero amor espera. Para
todo hay un tiempo y la intimidad sexual fue diseñada por Dios, para que los
esposos se deleiten mutuamente bajo su bendición. La clave para ser restaurados
es orar y hablar con Él de manera sincera, buscando siempre edificar sin
derribar y destruir.
“Sin embargo, les daré salud y
los curaré; los sanaré y haré que disfruten de abundante paz y seguridad.
Cambiaré la suerte de Judá y de Israel, y los reconstruiré como al principio.
Los purificaré de todas las iniquidades que cometieron contra mí; les perdonaré
todos los pecados con que se rebelaron contra mí. Jerusalén será para mí motivo
de gozo, y de alabanza y de gloria a la vista de todas las naciones de la tierra.
Se enterarán de todo el bien que yo le hago, y temerán y temblarán por todo el
bienestar y toda la paz que yo le ofrezco.”
(Jeremías 33:6-9 NVI)
Escrito para www.destellodesugloria.org
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