miércoles, 24 de febrero de 2016

Grito de desesperación

Escrito por Lilo de Sierra

grito de desesperacion
“A las tres de la tarde Jesús gritó a voz en cuello: — Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”)”
(Marcos 15: 34 NVI)
Hay momentos en los que quisiera gritar fuerte para poder desahogar mi impotencia y desesperación. Hacer un pare en mi vida, no respirar por unos instantes, no escuchar absolutamente nada, permanecer inerte y ser inmune a lo que sucede a mi alrededor.
Pero recuerdo que soy una hija de Dios y me consume el anhelo de orar, ser escuchada y ver resueltas mis angustias en un abrir y cerrar de ojos. Me pregunto por qué mi mundo no puede ser como yo quiero que sea, por qué hacerle frente al desprecio, el desamor y la humillación con la amargura guardada en mi corazón, que me hunde cada vez más en la inutilidad de mis esfuerzos en sentirme plena, feliz y realizada en todas las áreas de mi vida.
Vienen a mi mente pensamientos de derrota que amenazan con devolverme al punto cero, aquel momento en el que tuve que decidir entre morir y vivir, llorar o sonreír, luchar o no hacer nada.
Quiero orar pero no nacen de mi corazón palabras de amor, me sostiene la esperanza, la ilusión, la fe en lo que aún no veo, en las promesas recibidas, en los deseos cumplidos y la misericordia de Dios.
Sí, soy humana imperfecta para la gloria de Dios. Como ustedes enfrento pruebas, caigo y sangro pero vuelvo a levantarme. No es fácil sentirse completamente solo aun cuando estas rodeada de personas, no es fácil empezar de nuevo, apartar la bruma y poder ver con claridad el plan de Dios.
Por un momento me di por vencida, me paralicé, sentí miedo, no supe que hacer y Dios vino a mí para susurrarme al oído, que tiene todo bajo su control, que nada pasa por casualidad, que me ama y quiere lo mejor para mi vida y que solo debo esperar el resultado de su intervención.
Esperamos nos entiendan y comprendan la conspiración de nuestras hormonas en el curso natural de nuestro carácter y obtenemos un no como respuesta a nuestra solicitud de ser simplemente amadas y que en nombre de ese amor sean cubiertas todas nuestras faltas.
En fin, debo concluir que no es en mis fuerzas que obtendré lo que me hace feliz, que negarme a mí misma es imposible, que transgredir mi integridad es cederle mi ciudadanía al infierno, permitir que mi dignidad sea pisoteada no es una opción y si he de morir, que sea por algo que valga la pena, osea Cristo, porque vivir únicamente para Él es lo que me garantiza vida en abundancia.
“Mi ardiente anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad, ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo. Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia”.
(Filipenses 1:19 – 21 NVI)

jueves, 11 de febrero de 2016

Amor real

Escrito por Lilo de Sierra

Amor real

“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”
(1 Corintios 13:4-7 NVI)

Creo que lo que está escrito en la Biblia es verdad, que fue inspirada por Dios y revelada por el Espíritu Santo. Estoy segura que lo que dice, se hará en mí y que sus promesas se cumplirán en mi vida, porque esa es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios, mi papá, mi todo, el amor de mi vida, por quien vivo, respiro, pienso y hablo, y al único al que le debo mi cambio.

Existen circunstancias que nos llevan a pensar que no somos merecedoras de recibir ese amor incondicional del que nos habla en su Palabra. Como mujeres sensibles y emocionales, necesitamos sentirnos protegidas, amadas en todo momento y cuando sentimos vulnerado ese derecho natural, implantado en nuestra alma por nuestro Creador, nos cerramos a vivir la plena felicidad, al poner nuestras esperanzas y fijar nuestra mirada en la dirección equivocada.

Sí, es cierto que somos intensas, ´cansonas´, ´cantaletudas´ y complicadas, características que tienden a nublar un poco la imagen que otros tienen de quienes somos, porque a pesar de todas estas cosas, no salimos de la nada, ni somos una casualidad en el mundo, fue Dios mismo quien nos presentó y es Él quien nos da el valor que nos merecemos.

“Dios el Señor hizo una mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: «Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará “mujer” porque del hombre fue sacada.» Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno.”
(Génesis 1:31 NVI)

Si esto es cierto, ¿Por qué debemos creer lo que el mundo dice de nosotras?, a veces  nuestro enemigo, el diablo, usa las personas más cercanas y a quienes más amamos, para herirnos en lo más profundo de nuestra autoestima, tratando de que sucumbamos ante la desesperación de sentirnos poco amadas, sin un rumbo claro o con un futuro incierto.

Se hace necesario que nos paremos frente al espejo y más que ver el reflejo de lo superficial, de lo que la gente a tu alrededor percibe, veas quien eres en realidad, una princesa que merece lo mejor, porque ese el plan que el Señor tiene para tu vida. Mira directo a tus ojos y repite para ti misma, que fuiste hecha para vencer la adversidad, para conquistar naciones, para derribar muros, guerrera incansable, trabajadora, fuerte, digna de ser honrada, bella por fuera, hermosa por dentro, tu corazón es una piedra preciosa, tus logros son innumerables, tu esposo, tus hijos  y quienes te rodean son bendecidos porque jamás sentirán en otra persona la honestidad de tus besos, tus abrazos y lo acertadas que son tus advertencias buscando su bienestar.

¿No tienes un hombre a tu lado?, eres soltera, casada pero infeliz, viuda, separada, tu estado civil desde ahora y para siempre no determina tu futuro, solo debes creer que hay alguien que te acepta como eres, que se deleita con tu presencia, al que haces feliz cuando sonríes, quien anhela escucharte cada segundo de tu día, porque no hay nada que disfrute más que tu compañía, honestidad y sinceridad, Él no te señala, no te juzga, no te critica, no se considera más que tú y aunque lo es te consuela, aconseja y protege porque te ama de una manera incondicional.

Amiga, vales la sangre de Jesucristo. Dió su vida por ti y por mí. Derramó hasta la última gota de sangre por tu dignidad, por tu salvación. Dios es tu proveedor, quien te dignifica y levanta tu cabeza. Lo que Él siente por nosotras es amor real, paciente, bondadoso, generoso, amoroso, perdonador, nos disculpa, nos cree y espera siempre lo mejor de sus niñas consentidas, ¿quién no quisiera tener un hombre así a su lado?. Fortalece tu relación personal con Él, así tus fuerzas serán acrecentadas de manera sobrenatural y nada podrá detenerte en el cumplimiento de tus sueños.

¡Pon límites!, no más maltratos, no lágrimas, no más de agachar la cabeza, eres valiosa, créelo. Clama al cielo por ayuda y hará eco en los oídos del Todopoderoso, tus acciones hablarán por ti y será Dios mismo quien te defienda y temblará todo aquel, que se atreva a dañar a una de sus hijas.

“En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!. La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo!”
(Salmos 18:6-7 NVI)

Escrito para www.destellodesugloria.org

miércoles, 10 de febrero de 2016

Ni con el Pétalo de una Rosa


Escrito por Lilo de Sierra

De igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, y ambos son herederos del grato don de la vida. Así nada estorbará las oraciones de ustedes”
(1 Pedro 3:7 NVI)



Ni con el pétalo de una rosa, es la frase de cajón utilizada en la sociedad actual, dizque para defender a la mujer de los hombres abusivos, que creen tener el derecho de maltratarnos vilmente, como si fuéramos de su propiedad. Con decirlo y promulgarlo en los medios de comunicación y redes sociales, creen que ya cumplieron con su parte, pero ¿Qué pasa con la dignidad y el amor propio de la mujer maltratada?.

El maltrato sea físico, verbal, económico o psicológico, es sobrepasar la línea delgada que hay entre cumplir los votos de amor, protección y seguridad hechos al cielo y lanzarnos al vacío como si quisiéramos escapar de una realidad casi aterradora que amenaza con herirnos profundamente para así finalmente escapar sin regresar atrás.

Nos miramos al espejo y vemos como el amor que un día nos unió muere lentamente, vulneradas, golpeadas, con el rostro humedecido por las lágrimas que corren lentamente por nuestras mejillas, pensamos en la ilusiones perdidas y los sueños rotos, recuerdos vienen a nuestra mente sobre aquellos instantes en donde significábamos todo para aquella persona que hoy no tiene reparo alguno, en maldecirnos, en hacernos sentir su furia y frustración.

Quizás, te tiemblen las piernas, no puedas sostenerte en pie, una tormenta de pensamientos te impidan ver con claridad tu futuro, te sientas sola, sin esperanza, pero tengo que decirte hoy, que no lo estás, que Dios jamás te abandonará a tu suerte y que aunque ha permitido que sufras, llegará el momento de tu redención, de tu exaltación y de tu recompensa. Volverás a sonreír, serás coronada con la virtud y revestida con la fuerza y el poder de quien te dice en Isaías 54:7 NVI: “Te abandoné por un instante, pero con profunda compasión volveré a unirme contigo”.

Dios tiene la capacidad de hacer que tus heridas dejen de sangrar. Siendo el dueño de TODO lo existe, ¿crees que le quedó grande tu vida?, ¡NO¡, Él te ama, te adora, desea hasta lo más ínfimo de su ser que seas inmensamente feliz y cuando te llenes de valor, para dar pasos firmes hacia Él, hacer lo que te corresponde hacer al salvaguardar tu vida y la de tus hijos si los tienes, denunciar a tu agresor y disfrutar de la honra del Señor con tesoros que nunca antes hubieras podido poseer para que la justicia brille sobre ti hasta los últimos días de tu vida.

"¡Mira tú, ciudad afligida, atormentada y sin consuelo! ¡Te afirmaré con turquesas, y te cimentaré con zafiros! con rubíes construiré tus almenas, con joyas brillantes tus puertas, y con piedras preciosas todos tus muros. El Señor mismo instruirá a todos tus hijos, y grande será su bienestar. Serás establecida en justicia; lejos de ti estará la opresión, y nada tendrás que temer; el terror se apartará de ti, y no se te acercará. Si alguien te ataca, no será de mi parte; cualquiera que te ataque caerá ante ti.”
(Isaías 54: 11 – 15 NVI)



domingo, 7 de febrero de 2016

Ángeles y demonios

Escrito por Lilo de Sierra

angeles y demonios
“Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes”
(Santiago 4:7 NVI)
Fuimos hechos a imagen del Creador, somos seres inteligentes, capaces de distinguir entre el bien y el mal, sabemos lo que le agrada a Dios y tenemos claro lo que le desagrada, nos congregamos, hacemos nuestro devocional diario, conversamos con Él varias veces al día y sin embargo, hacemos todo lo contrario.
Como cristianos somos responsables delante de Dios y de los hombres, de reflejar el amor de Cristo en nuestro comportamiento, pero a veces pareciera que somos portadores de demonios por la manera en la que nos expresamos y en cómo nos desenvolvemos ante la sociedad.
La falta de dominio propio rige nuestras acciones, con cualquier cosa explotamos, creemos que entre más crueles y duros seamos con nuestros semejantes, seremos más fuertes, enfáticos en lo que nos molesta y consideramos una prioridad cobrarles sus ofensas como si tuviéramos el derecho de hacerlo.
Ángeles, seres que no reciben órdenes humanas enviados por Dios a protegernos, inclusive de nosotros mismos, cuando tomamos decisiones cargadas de impulsividad; demonios, lidiamos a diario con ellos, seres malignos que nos ponen trampas sacando provecho de nuestras debilidades para que cedamos ante las tentaciones del mundo, obligándonos a actuar contra la voluntad del Señor.
Los demonios que más nos acechan, son los sentimientos de venganza, ira, el negarle ayuda a quien lo necesita, la duda e incredulidad, el desánimo, la depresión, el desapego por la vida, el desamor, la indiferencia y la ruina económica, entre otros. Tener claro lo que dice la Palabra, nos da las armas para contrarrestar los efectos desastrosos que causa el pecado en la vida de un cristiano:
  1. Conocer tu verdadero enemigo, te da la victoria segura: “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.” (Efesios 6:12 NVI).
  2. Has sido provisto de poder y autoridad para vencer: “Sí, les he dado autoridad a ustedes para pisotearserpientes y escorpiones y vencer todo el poder del enemigo; nada les podrá hacer daño.” (Lucas 10:19 NVI).
  3. La venganza no es tuya, es de Dios: “No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor” (Romanos 12:19-21NVI).
  4. La ira te ciega a tal punto de destruir lo que más amas: “Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce al mal.  Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el SEÑOR heredarán la tierra.  Dentro de poco los malvados dejarán de existir; por más que los busques, no los encontrarás.” (Proverbios 37:8-10 NVI).
  5. Es mejor dar que recibir: “Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría.” (2 Corintios 9:7 NVI).
  6. Tu incredulidad y duda ofenden al Señor: “En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe…” (Hebreos. 11:6 NVI).
  7. Dios se perfecciona en tu debilidad: “Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2 Corintios 12:10 NVI).
  8. Dios provee TODO lo que necesitas: “A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos”. (1 Timoteo 6:17 NVI).
  9. El enemigo está vencido: “Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:4 NVI)
Resiste, puedes llegar a ser la persona que Dios quiere que seas, escalar mucho más alto en tu vida espiritual y dar fruto venciendo el mal con el bien. Cumples un plan y un propósito, es necesario que seas fuerte y no te desanimes, que perseveres y sigas adelante.

“Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo.”

(Efesios 6:11 NVI)

lunes, 1 de febrero de 2016

El que mucho habla, mucho yerra



Escrito por Lilo de Sierra



“El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina”
(Proverbios 13:3 NVI)

Nuestras palabras tienen el poder de crear y a la vez de destruir de acuerdo a la forma como las utilicemos. Con ellas, puedes decir te amo y en un ataque de furia, lanzar declaraciones llenas de odio y resentimiento hiriendo muchas veces sin ninguna clase de intención a quienes son víctimas de nuestras frustraciones emocionales.

Junto con mi esposo hemos superado infinidad de pruebas. El reto de la convivencia entre dos seres imperfectos con muchas virtudes pero también con abundantes defectos entre ellos nuestro temperamento, es evidente y por ello, damos todos los días gracias a Dios, porque nos mantiene unidos en pro de un plan maravilloso para nuestra familia.

No estamos exentos de tener desacuerdos, discutir o tener momentos en lo que el azotar la puerta, dejar hablando sola a la otra persona o alzar el tono de la voz es nuestra principal defensa, pero cuando actuamos de esa manera, nos queda el sinsabor de lo que por nuestra falta de control hayamos podido haber dicho o el mal ambiente generado por la sobrecarga de orgullo en nuestro corazón.

Pero… ¿Que sucede cuando permitimos que salgan a flote todas aquellas emociones que amenazan con estallar desde nuestro interior, para defendernos arremetiendo contra cualquiera que intente robarnos la paz que sentimos nuestra?

“Como ciudad sin defensa y sin murallas es quien no sabe dominarse”
(Proverbios 25:28 NVI)

En los tiempos del rey Salomón, las murallas de una ciudad salvaguardaban no solo la vida de sus habitantes, sino sus riquezas y demás propiedades de aquellos que las sitiaban buscando arrasar cuanto encontraran en su camino. Una vez la ciudad era tomada por sus enemigos, sus edificios eran destruidos, sus habitantes tomados prisioneros y sus propiedades pasaban a convertirse en el botín de guerra de quienes eran protagonistas de tal espectáculo.

Cuando carecemos de dominio propio, somos como una ciudad sin murallas, creemos que somos fuertes y que no habrá nada que pueda derribarnos, cuando no aprendemos a callarnos y nos vemos enfrascados en pleitos y controversias viviendo en conflicto constante con TODO lo que nos rodea, nos quedamos sin argumentos, sin credibilidad y finalmente somos despojados de las bendiciones que hemos recibido, porque después de una lucha en donde sobreabundan los gritos, las humillaciones, las palabras crueles, el despotismo, el autoritarismo, la fuerza de poderes y la dictadura, solo quedan ruinas difíciles de reconstruir y heridas profundas imposibles de sanar.

Es necesario que llevemos a la práctica aquel dicho popular “Pensar antes de hablar” o lo que Dios nos enseña a través de su palabra “hasta un necio pasa por sabio si guarda silencio; se le considera prudente si cierra la boca” (Proverbios 17:28 NVI)

Callar y abandonar la contienda es una muestra de amor, respeto y adoración a nuestro Dios. Domar nuestra lengua es posible, si le permitimos al Espíritu Santo fluir y tomar el control de nuestras emociones. Vale más esperar a que se calme la marea un poco, para poder hablar con tranquilidad, conviene más mantener la paz que librar una guerra despiadada en la que literalmente arrojamos a la basura lo bueno y lo digno de admiración que hayamos logrado despertar en el corazón de quienes nos rodean.

Afirmar lo positivo, evitar resaltar lo negativo, no usar palabras como siempre, nunca, todos, todas, pienso que, me contaron, supongo en nuestras conversaciones. Antes de confrontar a alguien, pregúntate si ¿edifica?, ¿es necesario?, ¿es verdad?,  ten cuidado con los juicios y prejuicios, perdona y pide perdón, para que tus oraciones lleguen al cielo y puedas ver cumplidos tus sueños, sin retrasos, excusas o pretextos.

La solución la tienes tú, en tu poder de decidir lo que permites salga de tu boca, de hacer que tus respuestas sean llenas de amabilidad, escuchar atentamente antes de cegarse con el enojo, bendecir y no maldecir, levantar la voz por los que no la tienen, amar con hechos y verdad porque lo único real y verdadero es que al final, seremos responsables de lo que hayamos dejado de hacer o decir:

“Pero yo les digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra ociosa que hayan pronunciado”
(Mateo 12:36 NVI)