miércoles, 23 de marzo de 2016

Nacidos para servir – Parte 2


Escrito por Lilo de Sierra



“Nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad”
(Efesios 1:5 NVI)

Somos hijos, cuando decidimos serlo. Dios no nos va a forzar a hacerlo. No es solo creer, sino pertenecer, necesitamos apoyo y fundamento en Cristo para cumplir los propósitos que Dios creó para nuestra vida; Para lograrlo nos exige aprender el verdadero amor, para no ser antisociales en su reino y la única manera de hacerlo es estar rodeado de personas insoportables, con fallas, defectos, no con personas ideales y perfectas, somos llamados a crecer espiritualmente, siguiendo el ejemplo de la vida perfecta de Jesucristo (hablar, actuar, vivir, responder como ÉL). Es tu carácter lo único que te llevarás al cielo, tus logros, tus éxitos o tus adquisiciones se quedan aquí en la tierra. Es la persona en la que te convertiste lo que te dará un lugar en su casa celestial.

“La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús”
(Filipenses 2:5 NVI)

Ser como Jesús requiere que demos fruto. Es un proceso en el que estaremos inmersos durante toda nuestra vida. No es de la noche a la mañana que lograremos alcanzar su nivel. Debemos aprender a ser pacientes, amorosos, alegres, amables, bondadosos, humildes y con dominio propio, (Gálatas 5: 22 NVI) y es en nuestro trato con personas y circunstancias difíciles, que desarrollaremos cada una de éstas virtudes.

En Dios no hay casualidades, TODO pasa por algo. Somos inmaduros, egoístas, superficiales y reaccionamos por emocionalidad, tenemos en cuenta un listado infinito de derechos, sin tener en cuenta nuestros deberes. Somos diferentes por una razón, tenemos dones espirituales únicos, originales, personalidades distintas, que nos hacen apasionados al servicio de Dios. TODOS, tenemos un ministerio por medio del cual ayudamos a las demás personas, son nuestros dones y talentos los que nos permitirán dejar una huella y marcar la diferencia en éste mundo. Un corazón de servicio aun hacia aquel que no lo merece, nos hace más parecidos a Cristo en nuestra misión de dar a conocer sus buenas nuevas.
Dios sabe que de nuestras frustraciones, caídas, derrotas e inseguridades, nos hizo para mucho más, para gozar de sus bendiciones, solo necesita que decidamos vivir la vida que Él tiene para nosotros…una vida con propósito.

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica.”

(Efesios 2:10 NVI)

sábado, 19 de marzo de 2016

Nacidos para servir - Parte 1

Escrito por Lilo de Sierra


“No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás. La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!”
(Filipenses 2:3-8 NVI)

Por encima de nuestros intereses, deben estar los intereses de Cristo. Por amor fuimos creados, bajo un propósito divino, desde el corazón del mismo Dios. Como creación extraordinaria, su obra trasciende lo que es natural, Él es el rey de reyes, Señor de Señores y vino a éste mundo a servir, se bajó a nuestro nivel, para mostrarnos con su ejemplo cómo debemos comportarnos ante las provocaciones de satanás, para llenar nuestro corazón de orgullo, altivez y arrogancia.

Somos realmente grandes, cuando con humildad reconocemos que vivimos y respiramos para agradarle a Él a través de nuestras acciones. Cumplir nuestro verdadero llamado, es lo que nos da un lugar de relevancia en donde nos movamos. Estemos donde estemos, debemos esforzarnos por apropiarnos de la autoridad que nos ha sido dada, para vencer al enemigo en donde él ha forjado fortalezas difíciles de derribar.
Trabajamos en la empresa que nos ha contratado, porque el Señor así lo ha decidido, y no es propiamente para lucrarnos económicamente de las labores realizadas, sino porque sencillamente, intercambiamos una gran cantidad de tiempo con personas que necesitan de un Dios, que ignoran su poder para transformar sus circunstancias, que desconocen que Él es la única salida a sus problemas y que no es en sus fuerzas que lograrán alcanzar la tan anhelada victoria.
Tienes la familia que tienes, porque en su soberanía, Él la eligió para ti, y debes respetar su decisión, cuidándola e instruyéndola para que sigan sus caminos, a través del estudio de la Palabra y de nuestro testimonio de vida.
Ser servidores de Cristo, implica que vivamos en obediencia, que estemos preparados para dar la batalla con firmeza y adherencia total a sus enseñanzas, a través de la lectura y estudio a profundidad de la Biblia. Cuando actuamos de manera contraria a su voluntad, jugamos de la mano con satanás, dejándonos zarandear por él, convirtiéndonos en traidores que trabajan egoístamente por obtener ganancias infructuosas y sin valor en el cielo, dejando de lado el acumular riquezas espirituales para la eternidad.
Dios no ha creado nada sin un propósito, sus motivaciones tienen significado cuando somos sensibles a su voz y fortalecemos nuestra relación personal con Él a fin de escuchar con claridad por qué fuimos enviados a éste mundo, en éste tiempo, a hacer parte de éste país, de ésta ciudad o ésta sociedad. Seguramente espera más de lo que hemos podido dar hasta ahora y confía plenamente en nuestras capacidades y habilidades, finalmente fue Él quien nos hizo a su imagen y semejanza, así que tiene pleno conocimiento de hasta dónde podemos llegar si nos lo proponemos.
“Porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas en el cielo y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, poderes, principados o autoridades: todo ha sido creado por medio de Él y para Él.”
(Colosenses 1:16 NVI)
Todo lo que experimentamos a diario, es el entrenamiento que tenemos, para prepararnos para la siguiente vida. Aquí practicamos para aquello a lo que nos dedicaremos en el cielo.
Dios nos hizo simplemente para amarnos, somos una joya preciosa para Él, un verdadero tesoro. Existimos porque ese es su plan. Se deleita en nosotros, en nuestros avances, en los pequeños y grandes cambios, lo hacemos feliz con nuestros aciertos y está expectante en cómo nos levantaremos en los desaciertos. Le pertenecemos y es por medio de la adoración y alabanza, que lo exaltamos con un corazón dispuesto a amarlo Él, a nuestros semejantes y a nosotros mismos.
No importa cuántas cosas tengamos, cuántos lugares conozcamos o cuántas personas importantes o no importantes frecuentemos, si no conocemos cada día un poquito más de Dios, hemos desperdiciado tiempo precioso en nuestra carrera para encontrarnos con Él.
Actuamos como si no existiera o simplemente lo ignoramos y por eso nos dejamos llevar de las preocupaciones y los problemas. Fuimos formados como parte de la familia del Señor, somos sus hijos y es por medio de Jesucristo que nos acercamos a Él. Cuando lo aceptamos como nuestro Señor y salvador, fuimos adoptamos como miembros activos de su familia espiritual.
“Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”.
(1 Corintios 12:13 NVI)

lunes, 14 de marzo de 2016

Estado civil: Emocionalmente abandonada

Escrito por: Lilo de Sierra

abandonada


“Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo”.
(Romanos 4:8 – 10 NVI)

Me rindo, bajo los brazos y no lucho más, es la resolución que un corazón roto declara en la medida que llora su frustración y derrota. Sé que hay esperanza, porque antes viví la misma escena oscura en donde la tristeza ahogó mis emociones, lo que me lleva a pensar que estoy condenada a la soledad, mientras la bruma me cobija sobre el frío intenso del desamor.

Nací para ser amada y he sido rechazada, humillada, despreciada y traicionada, no una sino varias veces. Sueño con un nuevo panorama en donde el sol brille y me dé su calor sin condiciones, en donde pueda ser valorada sin señalamientos de ninguna clase.

Reconozco mi debilidad y mis fallas, no soy perfecta, aunque mi apodo sea ´santurrona´ y en mis oídos retumben las flechas venenosas del odio, el resentimiento y la desidia, que la falta de perdón construye en el corazón del ser amado.

Sí, aposté y se me olvidó que los juegos de azar son pecado, me arriesgué a creer que podía ser diferente, pero encontré el grito aterrador de la destrucción.

Pasó un huracán por mi vida y arrasó nuevamente lo construido en bases de arena movediza, cimientos agrietados por los errores del pasado. Me hundí en mi propio vómito, volví al lugar a donde jamás pensé regresaría, al punto inicial de TODO, aquella noche en donde renegué de mi fe por la decepción, el desánimo y el abandono.

Sí, soy hija de Dios, dicen que unas veces soy víctima y otras victimaria, y en el fondo de mi alma no sé, si soy solo la simple espectadora de una película de terror, cuyo director me ilusiona con falsas expectativas y me sube a lo alto de una torre, para empujarme al vacío sin contemplaciones y sin piedad.

Mi mente embargada de los peores pensamientos, un mar de atormentados sentimientos de desesperación gritan pero no son escuchados, impotencia total, la mirada perdida en el horizonte sin final, en donde no se sabe si a lo lejos es plano o es redondo, o simplemente no hay nada más que ver.
Amé y fui defraudada, amé una vez más y nada pasó, y llego a la conclusión que vencida no estaré, porque reconocer mi derrota me hace ganadora y en los brazos de mi Señor, de donde nunca debí salir, hallaré consuelo, y tendré claridad de sus planes para mí.

De pronto me equivoqué en mi intensión de ser esposa, no lo sé, esto sucede cuando uno se auto bendice y no camina bajo la voluntad del Señor, cuando hace lo que le da la gana, aplicando la ley del libre albedrío; cuando se actúa sin medir las consecuencias, cuando se piensa y se habla esperando que los golpes bajos cumplan su cometido, cuando simplemente esperas ser asesinada por la crueldad de un corazón de piedra que amenaza continuamente con arrebatarte hasta el último suspiro de vida.
Sé que el enemigo quiere, pretende y anhela callar mi voz, mis escritos, mi lamento, mi grito herido, porque no tengo pelos en la lengua para decir, que decido amar a quien no me falla, no me juzga, me acepta como soy y recibe la ofrenda de mi amor sin obtener como retribución el desprecio de su parte por la humildad de lo que represento, una mujer herida, derribada, más no destruida.

Recuperada la dignidad, he decidido no volverla a perder en el nombre de Jesús, me levanto victoriosa, avanzo temerosa, confundida, con dolor, quizás cojeando, pero optimista de que vendrán tiempos mejores, que el enemigo que se ensaña hoy contra mí está vencido y que en el momento oportuno se revelará la gloria de Dios en mi vida.

Decidida estoy a no renunciar a mi herencia eterna, a continuar en mi lucha, en edificar vidas, en consolar almas perdidas, si así me lo ordena Dios, ese es mi llamado, a exhortar, a hablar de sus maravillas, aun cuando me encuentre en el ojo del más temible huracán.

“Tú eres mi refugio; tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación. El Señor dice: Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.”
(Salmos 32:7-8 NVI)


Escrito para www.destellodesugloria.org

martes, 8 de marzo de 2016

Abigail

Escrito por Lilo de Sierra


“Estoy por desfallecer; el dolor no me deja un solo instante. Voy a confesar mi iniquidad, pues mi pecado me angustia. Muchos son mis enemigos gratuitos; abundan los que me odian sin motivo”
(Salmos 38:17-19 NVI)

Lágrimas caían por su rostro, sangre brotaba de la herida más profunda de su corazón, amó sin ser correspondida, entregó su dignidad y una y otra vez fue golpeada hasta quedar totalmente derrotada, a la deriva en un mar de dudas y sentimientos llenos de dolor e inmersa en una incertidumbre sin sentido, allí estaba ella, observando el horizonte sin esperanza, decepcionada y sin fuerzas para levantar el vuelo muy alto hasta conquistar sus sueños…la razón era evidente, habían sido aniquilados…

Su corazón se había roto en mil pedazos, no habían posibilidades de vida, pues ya había renunciado a ella, la felicidad no existe se repetía incesantemente, su pecho apretujado, encerraba el secreto más grande, aún derrotada y vilmente maltratada, Abigail se entregaba a la desdicha, era la única salida que aparentemente tenía a esa situación, pues aun lo amaba.
A solas en su habitación, gritó fuerte ¡No puedo más!, quítame éste dolor, ayúdame no quiero sentirme sola, te necesito; dirigía sus palabras a aquel Dios del que había escuchado hablar pero que aún no conocía, miraba al cielo estrellado, pues era de noche esperando una respuesta a tanto sufrimiento, no entendía el porqué de lo que estaba enfrentando, sabía que no era perfecta, que también había cometido errores, pero no creía merecer vivir de esa manera…
En medio de su soledad con su alma quebrantada, la fuerza del Señor se adueñó de ella, ya no se sintió débil, Él le susurraba suavemente al oído, que la amaba, que había apartado su mirada de ella por un instante, pero que nunca más lo volvería a hacer, porque era importante para Él, su niña consentida, la luz de sus ojos.
“Te abandoné por un instante, pero con profunda compasión volveré a unirme contigo. Por un momento, en un arrebato de enojo, escondí mi rostro de ti; pero con amor eterno te tendré compasión —dice el Señor, tu Redentor—”.
(Isaías 54:7 – 8 NVI)
Abigail fue pasada por el fuego de la prueba para ser perfeccionada en su amor. Dios, se acercó a ella, para curar sus heridas, vendarla con especial cuidado y restaurarla, para que ella conociera el significado del amor verdadero, aquel que no te falla, que está presente en las buenas y en las malas, para animarte, consolarte, levantarte, cuando lo necesites.
“Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó”.
(Lucas 10:34 NVI)
Nada volvió a ser igual, su pasado había quedado atrás, las cicatrices ya no sangraban, pero permanecían allí para recordarle día tras día, que su verdadero amor seguiría a su lado para siempre. Preguntarse por qué era ilógico, era el para qué de las cosas lo que la hacía sonreír. Abigail era otra persona, con un proyecto de vida definido, sueños nuevos por cumplir y una luz de esperanza a su alrededor, sus ojos podían ver el esplendor de su gloria, había retomado el rumbo de su vida, para darse la oportunidad de olvidar, perdonar y avanzar hacia el cumplimiento de un propósito divino, diseñado exclusivamente para ella.
«Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras,
ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones.»
(Jeremías 1:5 NVI)