“Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa.Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud.Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas. No serán avergonzados por sus enemigos cuando litiguen con ellos en los tribunales” Salmos 127:3 - 5.
Con una mentalidad cerrada y egoísta vivía mi vida hace cerca de 20 años. Una vida superficial, esclava de la imagen, el ejercicio, las dietas, pensaba en mí, en mis propios intereses, poco me preocupaba por las necesidades de las demás personas, inclusive las de mi familia.
Con sarcasmo y cierto aire de arrogancia, hablaba de los hijos como si fueran una carga, no quería que mi tranquilidad se viera afectada por el llanto de un bebé, que mi libertad se viera coartada por las responsabilidades de la maternidad o que mi cuerpo atlético y con medidas perfectas se dañara.
Lejos estaba yo de imaginarme lo que dice el Señor en su palabra en Isaías 55:9, “Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!”
Cinco años más tarde, una prueba positiva de embarazo confirmaría aquello a lo que tanto había temido, iba a ser mamá…asustada, abrumada y confundida, asumiría esa responsabilidad. Aún en medio de la ignorancia de no saber cómo hacerlo, tomé la decisión de salir adelante, luchar por mi hija, y ser el ejemplo de una madre abnegada y comprometida, para hacer de mi pequeña una niña feliz.
Pero…¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? (Isaías 49:15)
No puedo describir lo que sentí aquella primera vez que Nicole Alejandra se movió dentro de mí, ella era mi compañía, mi motivo, mi esperanza, la razón por la que mi vida ya no sería la misma, el egoísmo y la superficialidad quedaron atrás para darle paso al más hermoso regalo que Dios me haya podido dar. Después de 9 difíciles meses de gestación, en los que mi matrimonio era el resultado de un hogar idealizado y construido sobre la arena, día y medio de trabajo de parto, una preeclamsia y una pésima atención médica, pude tener a la niña linda de hoyitos en sus mejillas entre mis brazos, preciosa, inocente, fruto del amor, diseño perfecto de Dios.
En medio de un matrimonio totalmente debilitado, destruido, en donde abundaban el desamor, las peleas continuas, la traición y las continuas faltas de respeto de un lado hacia el otro, estaba aquella pequeña, con un amor puro y desinteresado, esperando ver cumplida la promesa de un hogar feliz.
Continuamente tomamos decisiones por nuestros hijos, pensando y hablando por ellos, reflejando el verdadero estado de nuestro corazón y justificando nuestras acciones, con un supuesto bienestar futuro, motivados por una búsqueda incesante de aquello que llenara nuestros vacíos emocionales, en medio de un remolino de malos sentimientos, nuevamente Dios obraba. En contra de todo pronóstico médico y humano, una segunda preeclamsia, y un embarazo de alto riesgo, Dios enviaba a mi Juli, dueña de un brillo especial, tierna, con grandes ojos negros e incontables pecas en sus mejillas que la hacen única, preciosa, y con el toque del Todopoderoso.
Dos años después del nacimiento de Juliana, se avistaba en el horizonte aquello que había temido durante 7 años de mi vida conyugal, se materializaba el divorcio resultado de la ausencia absoluta de Dios. Sabía que no estaba en mis fuerzas mantenerme unida a una persona que no me amaba y que despreció mis sentimientos, pero a la que le debo, el disfrutar del desparpajo, autenticidad, bella sonrisa, alma dulce y corazón noble de mis princesas.
Dando fe de que los planes de Dios son de bienestar y no de calamidad (Jeremías 29:11), que si permaneces en Él, recibirás SIEMPRE lo mejor, Llega a mi vida Juanita, pícara sonrisa, de carácter firme, decidida, una líder de una autoestima muy alta como ella misma se describe, con una capacidad enorme de exigirte el máximo como persona, auténtica, única, virtuosa y con la misión de hacerme crecer a una dimensión mucho más alta, de lo que para Dios significa amar sin condiciones y sin excepciones.
Cada una en su esencia, tiene un carácter diferente, 3 hermosas princesas, hijas de Dios, que fueron enviadas por el Él para cambiar vidas. Nicole, Juliana y Juanita, llegaron a la vida de sus padres para revolucionarlas totalmente. Como Papás, fuimos elegidos para guiarlos, orientarlos, disciplinarlos, pero por sobre todas esas cosas, para darles lo mejor de nosotros mismos.
Si hoy ves a tus hijo(a) como una carga más, crees que es un accidente en tu vida o lo que es peor, piensas en tu mente que nunca debiste ser mamá o papá y que Dios se equivocó y no te ama, estás muy equivocado (a), tanto te ama Dios, que envió a tu vida la mayor bendición que un ser humano puede recibir, fuente de constancia, perseverancia, compromiso, amor puro y ternura, tesoro del cielo, que hará de ti una persona digna e íntegra, valiente, temerosa del Señor, merecedora de la felicidad verdadera y perdurable.
Para ser buenos padres, es importante tener presente lo siguiente:
- Criar hijos no es solamente darles techo, ropa, comida, educación, diversión, sino que los padres debemos ocuparnos de inculcarles los valores, actitudes y actos que hagan que sean formados de acuerdo al plan de Dios para sus vidas.
- Ser padre es un trabajo, una ocupación, un ministerio, un servicio, no un puesto o jerarquía humana”.
- Es estar atentos sobre la vida de nuestros hijos, cuidar de darles instrucciones con toda diligencia y VELAR para que ellas sean obedecidas conforme a las indicaciones que les hayamos dado.
- Es respetarlos, amarlos sin condiciones, brindarles tiempo de calidad, más que cosas materiales.
- Es escucharlos, entenderlos y disciplinarlos con amor y bondad.
- Como seres humanos sienten, no son de palo, y necesitan de nuestro aliento para enfrentar sus gigantes diarios.
No olvides, que un niño para Dios, es el ser más importante de los cielos, lo que hagas o digas en contra de él, te traerá como consecuencia, lo que nos dice el Señor en Mateo 18: 5 - 6 “Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí. Pero si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran al cuello una gran piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar”.
El futuro de tu hijo, su carácter, su manera de afrontar la vida, su formación, es tu responsabilidad, él o ella, son tu vivo reflejo, TU DECIDES!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario